Morelia, Michoacán, a 19 de mayo de 2017.-
“Una posibilidad de aprendizaje. Cinco experiencias decimonónicas que definieron el rumbo de la ciudad” fue el título de la charla que el historiador Ricardo Aguilera Soria, integrante del Consejo de la Crónica de Morelia, ofreció en el Centro Cultural Clavijero (CCC) en el marco del 476 aniversario de la fundación de Valladolid hoy Morelia, y del Día Internacional de los Museos.En la mesa de diálogo en la que también estuvo Memo Wusterhaus, Aguilera Soria ofreció durante su intervención, una reflexión sobre la importancia que tiene conservar la memoria, recuperar las historias que, a su opinión, resultan inconexas, pero que al final sí tienen un sentido y permiten aprender del pasado, a fin de tener un referente, y saber el camino a seguir.
Para tal efecto el expositor consideró 5 elementos de la experiencia urbana y cómo pueden ser tomados en cuenta para aplicarlos en el presente.
Luego de aclarar que en el siglo XIX el ayuntamiento era el principal involucrado en lo inherente a la ciudad ya que no había institución, dependencia o poder que le quitara la soberanía sobre la ciudad, Aguilera Soria indicó que la primera experiencia se centraba en que cada acción que se realizaba en cuestión de planeación, ejecución o continuidad de obra tenía por objetivo buscar el bien común, pues no era un asunto partidista, egocéntrico o individual.
La segunda experiencia fue la relativa a la idea de que el progreso no tenía que estar peleada con el pasado, lo que contribuyó a la conservación de muchos edificios viejos, algunos de los cuales fueron aderezados con elementos nuevos en sus fachadas o adaptaciones interiores, pero ello no significó tirar todo para levantar algo diferente que al fin se convirtiera una falsificación de los elementos del pasado.
Para ejemplificar tal experiencia, el expositor citó las palabras de Francisco W. González “…de sus ruinas saldrá uno más bello, más elegante, más suntuoso, y que será considerado como la merecida y grandiosa metamorfosis del primero”, donde justificaba a través de la perspectiva institucional la renovación del edificio del Colegio de San Nicolás.
La tercera experiencia aludía a que todo aquello que se desarrollaba tenía relación perfecta entre ciudad-habitantes. Lo anterior se podía observar cuando el ayuntamiento realizaba la remodelación de una plaza y como resultado de ello los habitantes hacían mejoras en el entorno o en sus propios domicilios, es decir el ayuntamiento se convertía en el detonador de cambio en la ciudad, al tiempo que se daba el proceso inverso, cuando los habitantes también hacían mejoras y solicitaban servicios al ayuntamiento, el cual se insertaba en el proceso, lo que se traducía en una relación concomitante.
La cuarta experiencia tenía que ver con el apego a los elementos locales en términos de legislación. El ayuntamiento contaba con bandos y reglamentos, e incluso se empezó a trazar una idea de zona diferenciada en la ciudad, con el fin de que las prácticas, actuaciones y acciones desarrolladas por la ciudadanía no afectaran las condiciones presentes en los reglamentos locales.
Ricardo Aguilera ejemplificó que, en relación de la zona diferenciada, se decía: “De la Catedral, a cierta cantidad de calles hacia cualquiera de los cuatros puntos cardinales no estaba permitido el funcionamiento de billares, cantinas, pulquerías, prostíbulos y expendios de carne, para garantizar que no se afectara la vida de dicha zona”.
La última experiencia retomada por Ricardo Aguilera tenía que ver con la idea de ciudad, no como elemento aislado sino con relación con su entorno ecológico inmediato y el contexto social ligado a pueblos, comunidades y asentamientos en torno a la ciudad; visualizar el beneficio a la ciudad aprovechando el entorno ecológico y beneficiando a los pueblos inmediatos.
Al ofrecer sus conclusiones el historiador indicó que la ciudad era un producto colectivo y si bien había quien tomaba las decisiones al hacerlo tenía en cuenta las necesidades, expectativas intereses y esperanzas de los habitantes de la ciudad, lo que habla de la existencia de una relación integral u holística. La segunda conclusión a la que llegó era que toda aquella acción que se hacía en torno la ciudad, era en beneficio de los pobladores.
La última conclusión tenía que ver con que las acciones se llevaban a cabo sin fines de corte temporal; es decir, se registraba una continuidad en las obras para buscar el beneficio de la ciudad.
Aguilera Soria indicó que desde su punto de vista el ejercicio de la crónica es una cuestión de privilegio social que permite entender que de esa exploración al pasado, se pueden obtener elementos útiles en el entendimiento del presente y visualización del futuro.
Ricardo Aguilera también recordó que el Consejo de la Crónica se conformó luego de varios años de que el cargo se mantuviera acéfalo ante la muerte de los cronistas Carlos Arenas y Xavier Tavera Alfaro. También mencionó la reforma en la cual se aprueba por ley la creación de Concejos de la Crónica.
Fue el año pasado, en abril de 2016, cuando se instituye la reforma al Reglamento del Consejo de la Crónica del municipio de Morelia, con la idea de formar un cuerpo multidisciplinario, colectivo, y multigeneracional, en los rubros de cronistas históricos, fotográficos y audiovisuales, es decir, realizadores y cineastas, siendo 9 integrantes, tres por cada una de las ramas.
Dicho Consejo de la Crónica de la Ciudad de Morelia quedó formalmente instalado el 13 de diciembre de 2016 conmemorando 25 años de la inscripción de Morelia como Ciudad Patrimonio de la Humanidad.
Finalmente, Ricardo Aguilera remarcó la importancia de recuperar al habitante y su sentido de pertenencia a una ciudad, más allá de títulos y nombramientos, ya que Morelia es un municipio excepcional.