Continúan las conferencias de la Compañía de Jesús en Michoacán

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•”La huella de los jesuitas en Michoacán”, la ponencia impartida ayer por René Becerril Patlán en el Museo de Arte Colonial.

Morelia, Michoacán, a 14 de julio de 2017.- La Compañía de Jesús en Michoacán así como su legado histórico y artístico es el tema que, bajo la lupa de diferentes analistas, continúa siendo objeto de divulgación dentro del ciclo de conferencias ofrecidas por el Museo de Arte Colonial (Macol) que en su más reciente sesión contó con la presencia de René Becerril Patlán, quien habló sobre “La huella de los jesuitas en Michoacán”.

En entrevista, el historiador y profesor de tiempo completo en la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo expresó su beneplácito ante la realización de este tipo de conferencias para abordar, de manera trans y multidisciplinaria, un fenómeno como lo fue la presencia de los jesuitas en la entidad.

Agregó que la academia tiene entre sus responsabilidades allegar la cultura a la población en general y desmitificar a través de conferencias o charlas, este tipo de fenómenos ya que la cultura es un patrimonio que debe ser de dominio público.

Finalmente, confió en que haya más acciones de esta naturaleza con apoyo de la Secretaría de Cultura de Michoacán (Secum), dependencia que encabeza Silvia Figueroa Zamudio.

En su conferencia, Becerril Patlán hizo una diferenciación del trabajo de las misiones y la evangelización llevada a efecto por los jesuitas en aquellas regiones del Noroeste de la Nueva España, y su proyección a zonas selváticas y semidesérticas de Sudamérica, con el fin de ver los dos escenarios en los que se desarrolla esta orden, para señalar que en Michoacán su labor fue solamente evangélica, es decir que los religiosos no tuvieron que luchar con el medio, como por ejemplo con el clima extremo registrado en desiertos en las zonas selváticas, por lo que en Michoacán desarrollaron su actividad en un territorio a final de cuentas común a la gente, y llegaron a fundar y desarrollar los colegios tanto en Pátzcuaro como en Valladolid.

Una vez hecho este análisis general, el también profesor de las asignaturas de Historia de México I y II en la Facultad de Historia de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo se centró en hablar sobre el trabajo evangélico con la comunidades indígenas, y el desarrollado con el grupo de españoles y sus descendientes en los colegios. También indicó que fundamentalmente, los jesuitas se avocaron a la enseñanza dentro del concepto de policía, para crear cuadros sociales en los que cada uno de los actores supieran cuál era su función dentro de su grupo social.

Posteriormente, el investigador habló sobre dos aspectos, el primero fue el fundamento del colegio, y el otro con respecto al seminario y la diferencia que había en cuanto a la impartición de clases de educación elemental, y la de educación media, en donde se enseñaba gramática y geometría con el famoso trivium y el quadrivium.

Agregó que al momento de constituirse el seminario, se determinó cuáles fueron las asignaturas que se insertaron para poder trabajar de manera específica en la generación de religiosos que pudieran profesar dentro de la misma orden, como curas con un nivel académico superior, más bien como lo que sería la Real y Pontificia Universidad de México o el Colegio de San Nicolás.

Finalmente, René Becerril ofreció un análisis sobre si realmente las órdenes religiosas como la de la Compañía de Jesús eran ricas, ya que se manejaba que los jesuitas era uno de los grupos más fuertes económicamente hablando, y puso como ejemplo la hacienda de la Tareta, ubicada en los alrededores de Pátzcuaro con Tzurumútaro, detallando que el avalúo dado por personas conocedoras sobre el valor comercial de la hacienda y sus ranchos, arrojaba que dicho terreno no tenía un valor exorbitante.

Sobre este punto, el conferencista señaló que fue la diversificada actividad productora de la hacienda y la buena administración de las finanzas, los factores que permitieron a los jesuitas manejar su capital, para poder generar réditos útiles en la manutención de las escuelas, seminarios y centros de evangelización que no contaban con riqueza propia. De esta manera los colegios de Pátzcuaro y Veracruz administraban sus propios recursos, pero la comunidad jesuita utilizaba ese apoyo para poder sostener las misiones del norte del país.

En este sentido Becerril Patlán, quien es autor de “Los escribanos y la escribanía en la Ciudad de Michoacán Pátzcuaro en el siglo XVI”, explicó que los jesuitas trabajaron tanto con el grupo de los naturales como con el grupo hispano, generando una diferenciación social y económica, pero desarrollando actividades productivas en cada uno de estos grupos: para los naturales las artes mecánicas y perfeccionando la elaboración de productos.

Además los criollos o descendientes de españoles comenzaron a tener apego a la tierra, y el conocimiento de su entorno les permitió crear valores de identidad y propiedad en cuanto al espacio en que se desenvolvían, y de la riqueza producto de actividades como la agricultura, la minería y la ganadería, en donde el aspecto financiero también se hacía presente.

Además de propiciar esta conciencia y forma de ver el territorio propio de la patria, entendida como la tierra de los padres y la nación en donde el individuo se identifica a nivel cultural, etnográfico, lingüístico e histórico con base a los términos aplicados a la época, los jesuitas sí generaron otro tipo de factores o elementos con la población criolla, de ahí el temor de la Corona Española a que se registrara una sublevación temprana, lo que resultó en una expulsión de los integrantes de la Compañía de Jesús de la Nueva España en 1767.

Becerril Patlán manifestó que, además de los votos que todas las órdenes religiosas debían seguir, los jesuitas tenían a la obediencia al Papa como cuarto voto, lo que representaba peligro de no obedecer la política monárquica ante las ideas liberales, republicanas y democráticas de la Ilustración Francesa.

Es así que a través de ciertos mecanismo es que los bienes que eran utilizados y producidos por los jesuitas pasan a manos de la Corona, lo que dio como resultado que hubiera cierta ganancia que no supo administrarse para menguar así dicho ingreso, hecho que se agudizó ante la partida de personas que trabajan dentro de esas ciudades.

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