Compartió además sus experiencias como confeccionador de los toritos del carnaval de la colonia Constituyentes, donde cada año los vecinos participan de esta actividad y salen a las calles a bailar acompañados de música de banda de viento para lucir la mojiganga que representa a un toro.
Los llamados “toritos de petate” se diseñan con materiales flexibles y muy coloridos para llamar la atención del público asistente a estos espectáculos. Cada uno adquiere una forma distinta aludiendo a personajes célebres, de la mitología o cosmogonía del grupo promotor, pero sin faltar los cuernos, comentó el ponente. Como parte de los orígenes de esta tradición remitió pasajes de la vida cotidiana de la época posterior a la Conquista Española, cuando el ganado vacuno comenzó a ser criado en territorio mexicano con apoyo de indígenas, negros y mestizos.
“Es un sincretismo de las raíces de estos grupos étnicos. Los aborígenes de raza negra fueron los primeros arrieros y atajadores y cuando encontraban animales bravos solitarios en los caminos, emprendían una corrediza hasta cazarlos. Luego se paseaban por las calles mostrando las asaduras del animal muerto. En las ciudades este hecho adquirió contextos más novedosos, el baile y la música comunitario es una reacción contraria a los fandangos de los españoles y de la gente rica”.
Fue así como de aquel ritual pagano nació la tradición conocida hoy como Carnaval de los Toritos de Petate, y en lugar de sacrificar ganado se elaboran las mojigangas con forma de toritos conservando el uso de los cuernos como ornamento. Incluso, agregó el historiador, hasta se usan algunas máscaras en color negro para simbolizar los rostros de los antiguos danzantes.
De forma paralela a esta charla, se expusieron los trabajos de retablos de madera elaborados por reclusas del Centro de Readaptación Social “David Franco Rodríguez”, con asesoría de la maestra de artes plásticas Juana de Samayoa. “La técnica de la madera es una actividad que les ayuda a las mujeres de la prisión como terapia ocupacional, y además les genera un ingreso para sus familias”, argumentó ante la audiencia.
Este tipo de trabajos donde se involucra también el arte de la pintura son ejercicios de autoexploración no sólo para las reclusas sino también se hacen con adolescentes del Albergue de Menores Infractores, explicó. “La pintura siempre será un recursos fundamental para acercarse al arte abstracto y a las reflexiones sobre nuestro contacto con el mundo”.